MI QUERIDO HERMANO PEPE

Todos los que entendimos la Pandemia, recibimos la enseñanza de la muerte como consecuencia de la vida, pero nunca estuvo tan cerca la muerte como ahora, cuando mi hermano Pepe transita de la vida a la muerte, que si es doloroso lo es, pero debemos entender racionalmente que: si se muere, es por haber vivido y si se vive, es porque necesariamente moriremos.

​Mi hermano Pepe vivió siempre alegremente, nunca escuché de él, ni rencor, ni envidia, ni egoísmo; vivió en Cintalapa donde nació, en donde hizo su mejor ejercicio público al haber sido Presidente Municipal. Durante su cargo no le vi asomo de prepotencia o de ostentación, ni afán de riqueza mal habida; cuando terminó volvió a su vida ordinaria de servidor público en el Gobierno del Estado y después fue un activo promotor de la Cuarta Transformación Nacional, cuya creencia yo le inculqué; hábil para relacionarse con la gente, fue un organizador con rasgos de sólido liderazgo.

​Mi hermano Pepe coincidió conmigo en causas, asimiló con cariño de aprendiz mi idea de Chiapas, los problemas y las probables soluciones de nuestra querida tierra, decidió luchar a mi lado sin mayor remuneración que la idea de hacer un Chiapas mejor; conoció a todos y a todas quienes compartimos esa preocupación y esa idea, que pretendíamos hacerla un proyecto. Pepe desde ayer ya no está, el vacío que me deja es inmenso en mis sentimientos y en la causa que compartimos, su presencia, energía, liderazgo y generoso corazón, nadie podrá sustituirlo, por lo que estoy cierto nunca olvidaremos a mi hermano Pepe.