Jue. Sep 21st, 2023

Una última copa de Europa, por favor.

Ha llegado el momento de preguntarse cómo se despide a unos tipos que son mito del Real Madrid. ¿Cuál es la mejor manera de darles las gracias por los servicios prestados y las excelsas tardes de arte, alegría y belleza que plasmaron con sus pies? Es una pregunta que intriga ahora que empezará la nueva temporada.

Sin ser arrogantes habría que decir que la dupla Luka Modrić – Toñito Kroos es patrimonio del Real Madrid, de su centro del campo y es el legado del club al fútbol. Han jugado juntos 308 partidos y han ganado juntos cuatro copas de Europa y cinco mundialitos. Cerca, si no falla la memoria, de 20 títulos uno al lado del otro.

La gente recordará a Modrić sobre todo por su pase con el exterior a Rodrygo en unos cuartos de final de la Copa de Europa contra el Chelsea. Es una imagen icónica, cómo no, pero menor si la comparamos con otras dos que dejó una ronda antes, frente al rutlitante PSG qatarí. En ese partido, cuando el Madrid perdía, por el medio campo se apareció Messi -acaso el jugador después de Luis Enrique al que más ha detestado el publico madridista-. Corría, desganado, por un balón, como si el partido ya estuviese por terminar. Inmediatamente, en su trote, fue arrollado por Modrić, un energúmeno en toda regla, que le recordó que esto no se acaba hasta el final y que si quería ganar más vale que se espabilara. ¿Empezó ahí el Madrid a ganar esa Copa? Podría decirse. Poco tiempo después, hará cosa de unos veinte minutos, veremos a Modrić casi fuera del área madridista, donde toma el balón y corre hacia delante con él como poseso. Tiene 36 años y los que le rodean 10 menos. No pueden alcanzarlo siquiera, ni hablar de quitarle el balón. La jugada todavía hace que te levantes del asiento aún un año y medio después, pues después del pase a Vinicius, siguió corriendo hasta llegar al área del PSG, ahí se paró, le cayó nuevamente el balón e hizo un túnel para que Benzema marcase el empate de la eliminatoria. Ningún gol ha hundido tanto a un Estado petrolero y quizá, a modo de compensación, en el mundial, a la Argentina de Messi le regalaron injustamente un penalti cuando jugaba las semifinales del torneo contra la Croacia de Modrić. A saber.

Con Kroos si hay pocas dudas de cómo será recordado: por su gol olímpico contra el Valencia en una Supercopa de España en Arabia Saudita. Es un gol muy plástico, de técnica insuperable. Encima fue tan rápido que los rivales ni tiempo tuvieron para verlo. Sin embargo, ese gol queda lejos de explicar la importancia de Kroos. Quizá tengamos que dar un dato para entender la influencia de Toñito en el equipo: en los primeros tres partidos de la Copa de Europa pasada, Kroos dio la friolera de 339 pases completados con éxito de 340. Es decir, en tres partidos sólo falló un pase. Su posición exige más riesgos y, por consiguiente, más errores forzados que, por ejemplo, la de un defensa, pero ahí queda eso 339 pases buenos de 340. De hecho, si hay algo que ha caracterizado durante toda su carrera profesional al centrocampista alemán, han sido los desplazamientos en largo y, la elegancia con la que mueve el balón de una banda a otra. No por nada le llaman el metrónomo, la misma palabra con la que John Lennon y Paul McCartney usaron para describir a Ringo Starr.  Esa, nada más y nada menos, es la realidad de Toni Kroos.

Los viejos hinchas del Madrid; es decir, aquellos que vieron a San Allfredo, al Cañoncito, a los ye ye, al mentarles a Luka y a Toñito hablan de Pirri y Zoco. Desde la ignorancia de quien no vio jugar a estos últimos, habría que decir que, sencillamente, no se pueden comparar. Pirri y Zoco dejaron de herencia una copa de Europa ganada contra todo pronóstico, pero ahí quedo la cosa. Modrić y Kroos han entrado al selecto club de las cinco Copas y ganaron la última no sólo contra todo pronóstico sino dejando en el camino al campeón francés, al de Europa, al de Inglaterra y a un seis veces campeón de la competición. Pocas veces se había visto semjante carnicería. Antes, cuando no había discusión de quienes eran, se merendaron a la Juventus de Turín en 45 minutos. La décimocuarta Copa fue una demostración de lo que sucede cuando infravaloras su talento y crees que ya su tiempo ha pasado. Incluso, con un año más, y sin ser su mejor año, volvieron a colocar al equipo entre los cuatro mejores de Europa y se dieron el gusto de levantarle una eliminatoria al Liverpool en Anfield después de ir perdiendo por dos goles y de escuchar quién sabe cuántas veces que ya no podían jugar juntos.

Vuelve la duda. ¿Cómo despides a estos tipos? ¿Cómo decirles adiós, quítense, ahora es momento de Jude y Güler? No hay muchos actos a la altura, la verdad. Ni el palco del Bernabeu, ni la Torre Eiffel ni la Scala. Pero, allá por mayo, en ese templo del fútbol llamado Wembley, podrían entregarles la Orejona después de un partido exquisito, con el Madrid ajustando, otra vez, al Manchester City. La final de Wembley es lo único que se merecen y plasmaría esa vieja máxima que dice que debes irte en lo más alto. Ojo, no sería cualquier copa, sería su sexta copa de Europa. Con lo que quizá puedan llamar a casa de la familia Gento y reclamarla en propiedad. Una copa de Europa más, por favor … esa es la despedida que se merecen Modrić y Kroos o Kroos y Modrić, tanto monta, monta tanto.

David Marklimo es escritor. Su último libro es El último tango.

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