
País de un solo hombre
He leído un comentario reproducido por Juan Carlos Cal y Mayor, de que no les gustaría vivir en un país de un solo hombre y un solo partido, el tema ha motivado estas consideraciones porque deduzco refiere al Presidente de la República y al partido que lo llevo al poder: morena.
Por supuesto que este partido no es único, existen otros 6 partidos con registro definitivo y otros de posible registro condicionado que competirán en las elecciones intermedias para renovar las cámaras federales y en otras 15 elecciones locales, la existencia de un partido mayoritario así lo decidió la ciudadanía, siempre lo hubo, eso no quiere decir que sea único, cualquiera de ellos podría ser mayoritario si así lo decide el electorado.
El título que Enrique González Pedrero puso a su obra sobre Santana: «país de un solo hombre», y aplicarlo al Presidente López Obrador es desproporcionado, aun reconociendo que el Presidente suma fortaleza institucional y autoridad política, derivada de la absoluta legitimidad que le dan 30 millones de sufragios que determinaron su ascenso al poder.
En nuestro país por algunas razones bastante justificadas nos gobernamos por el régimen presidencialista, la Constitución le da facultades al Presidente para ser jefe de Estado y jefe de Gobierno, además de preponderancia por sobre los otros dos poderes, en el régimen priista el Presidente también era el jefe del partido y jefe de los gobernadores.
El Presidente López Obrador podría cómodamente mandar sobre el partido, pero se ha separado y mantiene abierta distancia con morena, la evidencia es que con una sola señal de él, en morena se acabarían los conflictos y así ocurriría con las cámaras alta y baja en donde las mayorías son afines pues se integraron con el voto que el lopezobradorismo cargo en las urnas; en ambos casos el Presidente no ejerce mando, al contrario, con la mayoría en el poder legislativo mantiene una consensuada colaboración y permite una absoluta libertad de crítica en los diputados y senadores -y hasta de ataques-; sus correligionarios hacen críticas a las decisiones del ejecutivo, ver los casos de Muñoz Ledo y Noroña quienes abierta¬mente cuestionan algunas acciones del Presidente.
Además en un régimen de relativo federalismo y con el Presidente definiendo el presupuesto (PEF), los gobernadores serían proclives al control del poder central, y el Presidente podría seguir actuando como jefe de los gobernadores, condición que el Presidente López Obrador ni siquiera ha intentado ejercer, al contrario, ha sido tolerante con actitudes facciosas de los gobernadores del Pan y protagónicas como la del gobernador de Jalisco, solo me pregunto qué sería de los gobiernos de Guanajuato o Jalisco si mañana el Presidente ordenara el acuartelamiento de las tropas del ejército y el retiro de la guardia nacional, estos quedarían desprotegidos ante el acoso del crimen organizado, tan manifiesto en ambas entidades.
En el caso del poder judicial algunas muestras son evidentes de su independencia: ahora los jueces suspenden obras prioritarias para el Gobierno federal como el aeropuerto de Santa Lucía, el tren Maya, y la política energética, y el Ejecutivo acata la suspensión, además de la sentencia del Pleno contra el gobernador morenista de Baja California, quien por ese fallo solo gobernará 2 años, si a eso le sumamos la autonomía de la Fiscalía General de la República, la influencia del ejecutivo es nula ante el poder judicial de la federación.
Recordemos que Jorge Carpizo aportó la tesis sobre la facultades metaconstitucionales del Presidencialismo Mexicano, a las que prácticamente el Presidente López Obrador ha renunciado y por si fuera poco, la iniciativa de él por la revocación del mandato, o sea, lo repito, la iniciativa de Ley es del Presidente López Obrador para que se someta a consulta si continua o se le sustituye. Y esto no es una graciosa concesión, es logro de una sociedad madura y democrática que vive en un país de instituciones.